Proponemos reconocer el diálogo de saberes como horizonte de sentidos desde el cual es oportuno y pensar los procesos y modos de producción del conocimiento que tienen lugar en la práctica de la sistematización de experiencias; en otras palabras, sistematizar implica dialogar con las prácticas sociales, con los sujetos generadores de esas práctcias y con sus entornos sociales, esto implica en primer lugar reconocer algunos referentes históricos y epistemológicos que han planteado el debate sobre las relaciones de poder-saber que han instaurado el escenario de la dominación epistémica que es necesario de-construir en la práctica para que la sistematización de experiencias sea una alternativa liberadora y de empoderamiento de organizaciones y movimientos sociales. Veamos algunos de estos referentes:
El pensamiento crítico decolonial: El proyecto decolonial constituye un horizonte fundamental para re-pensar la producción del conocimiento en clave de diálogo de saberes porque retoma de manera crítica diálogos constructivos con diferentes proyectos intelectuales y políticos de distintas latitudes del mundo, con el propósito de construir una alternativa para reflexionar acerca del sentido de pensar desde la especificidad histórica y política de (nuestras) sociedades contemporáneas. Esta visión latinoamericanista encarna un profundo poder de crítica hacia los paradigmas clásicos y dominantes cuando propone otros principios de inteligibilidad de la historia, del presente (y del futuro), de las jerarquías naturalizadas, de los conocimientos, de los silenciamientos, de las narrativas, de las tecnologías, de las corporalidades, y de as subjetividades. Ya que este pensamiento busca intervenir decisivamente en la discursividad propia de las ciencias modernas para configurar otros espacios de enunciación, de producción de conocimiento, resulta pertinente para nuestro interés por indagar en otras posibilidades de hablar/narrar/enunciar sobre mundos y conocimientos de modos diferentes a los que se han erigido como únicos.
El grupo de intelectuales que componen el proyecto decolonial (Dussel, 2000; Lander, 2000; Escobar, 2003; Castro-Gómez, 2005; Maldonado-Torres, 2005; Mignolo, 2005; Césaire, 2006; Grosfoguel, 2007; Quijano, 2007), ha debatido la diada modernidad/colonialidad, inspirados en las teorías críticas europeas y norteamericanas de la modernidad: el grupo Sur Asiático de estudios subalternos (Spivak, 1988; Guha, 1997; Chakabarty, 1992), la teoría feminista chicana (Nancy, 1994; Pérez, 1999; Zavella, 2002; Nieto Gómez, 2010) y la filosofía africana (Fanon, 1973; Said, 2004), que han posibilitado la comprensión de otros procesos de formación donde los los sujetos se construyan como agentes mediadores, movilizadores, generadores de cambios (de pensamiento).
Prácticas Metodológicas decoloniales: La opción decolonial es un pensamiento que surge de la experiencia de morar en la exterioridad, en las fronteras creadas por la expansión de la modernidad europea, noratlántica, en la diversidad lingüística, religiosa, social, subjetiva, económica y política del mundo. Sería en esa diversidad multicultural altamente compleja que puede crear-se una opción alternativa al proyecto moderno. Es en esas fronteras desde donde nuestros referentes se deben resignificar: entender las palabras dentro de las márgenes no hegemónicas ni jerárquicas; es decir, un mundo de estructuras en las que no existe un punto de base que gobierne a los demás sino donde todos los niveles ejercen un grado de influencia mutua frente a diferentes aspectos, atendiendo a coyunturas históricas específicas.
Pedagogía de la liberación: Paulo Freire (1977; 1999; 1993; 1997), con su propuesta de una pedagogía del oprimido, constituye un modelo de ruptura, de cambio y de transformación radical. A partir del presupuesto según el cual la alfabetización (entendida como concienciación) y por consiguiente toda la tarea de educar, sólo es auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad local, regional y nacional, en la medida en que éste pierda el miedo a la libertad, en la medida en que pueda crear un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia, y sobre todo de solidaridad; Freire nos invita a lograr aprendizajes conjuntos, en compañía de los demás, para comenzar a desbaratar la propuesta individualista del capitalismo y generar comunidades solidarias y cooperativas. Sin duda esta acción colectiva fortalece la libertad de pensamiento, la interacción horizontal, y le da a la sistematización de experiencias un sentido liberador y de soberanía del conocimiento, que denominaremos emancipación de los conocimientos.
La Investigación Acción Participación como metodología liberadora: Fals Borda (1981; 2003) se comprometió con una sociología crítica, no solo por el abordaje de temáticas relevantes en el contexto histórico y social, como la reforma agraria, la pobreza rural, entre otros; si no también, porque promulga que los resultados de la investigación no se destinen únicamente a multiplicar el acervo de la ciencia o a apoyar la inteligencia de las élites que dirigen al Estado; estos conocimientos deben retornar a las personas que los han producido, a fin de que puedan examinar la situación y tomar conciencia de sus propios problemas. De esta manera, Fals Borda propone al investigador como un mediador que ayuda a aflorar el pasado en medio de muchas experiencias que apuestan por un futuro. Pero un elemento más adquiere trascendencia frente al papel de esta sociología liberadora, que el investigador trabaja de manera colectiva en jornadas de intercambio con campesinos, dirigentes y militantes. Se trata de unas experiencias que prepararon el terreno para una de las investigaciones de mayor alcance elaboradas por el sociólogo colombiano, “la historia doble de la costa” (1981) trabajo que resulta de su contacto con organizaciones campesinas en el departamento de Córdoba, con quienes había establecido unas relaciones y se sentía espiritualmente conectado. Allí el investigador quiso innovar, no sólo en el método de exposición, sino en el método de investigación, usando las vanguardias literarias latinoamericanas para superar el tradicional informe sociológico y optar por la representación del diálogo que el autor logró en el campo. Su trabajo resulta una narración a dos voces, con la modulación científica, es decir documental, conceptual y metodológica en la página derecha; con un carácter anecdótico, coloquial y descriptivo de los campesinos en la página izquierda. La formulación de los procedimientos estratégicos utilizados para esta investigación es lo que hoy se conoce como investigación acción participativa, una expresión que le ha servido al investigador para recalcar que el conocimiento se adquiere y se aplica con el consentimiento de los miembros de la comunidad. Ya no es sólo otra condición para el giro; otra forma de construir el conocimiento es determinante.
Del pensamiento abismal y del razonamiento indolente hacia el pensamiento pos-abismal y la ecología de saberes (Santos): Iniciamos este recorrido con la exploración de las categorías clave que constituyen uno de los postulados de base del trabajo de Santos (2000; 2010) según el cual el pensamiento occidental se ha configurado a partir del razonamiento indolente y de la lógica del pensamiento abismal. Es desde el reconocimiento de las consecuencias que devienen de este tipo de pensamiento y de la forma de razonamiento que este engendra que se pueden comprender las alternativas que, en clave decolonial, va delineando este pensador latinoamericano.
El pensamiento abismal construye líneas globales que operan como sistemas de distinciones entre “este lado de la línea” y “el otro lado de la línea”. Estos sistemas de distinciones se configuran a partir de la negación radical de la co-presencia; de tal modo que, constituyen paradigmas según las lógicas que orienten el sistema de distinciones. Es así como a este lado de la línea aparecen las tensiones entre aquello que se hace visible y que por tanto cobra una existencia; mientras que, al otro lado de la línea se ubica lo que se invisibiliza, aquello a lo que se pretende eliminar de cualquier realidad. En el primer caso, las tensiones se presentan entre la lógica de la regulación/emancipación; mientras que el otro lado de la línea, la tensión se produce entre la apropiación y la violencia.
En el campo del conocimiento, la lógica regulación/emancipación, a este lado de la línea, reconoce la existencia de la filosofía, la ciencia y la teología; sin embargo, a pesar de que reconoce y da existencia a la razón y a las verdades filosófica y religiosa; delega en la ciencia moderna el monopolio de la distinción universal entre las formas de verdad y el criterio de cientificidad. La ciencia moderna adquiere un orden de superioridad incuestionable frente a otras formas de conocimiento. En cuanto al otro lado de la línea, el paradigma que surge de la tensión entre la lógica apropiación/violencia niega la existencia, invisibiliza otras formas de conocimiento: populares, laicos, plebeyos, indígenas; todos ellos son conocimientos de creencias, opiniones, magia, idolatría o comprensiones intuitivas y subjetivas. Todos ellos se caracterizan por ser inconmensurables e incomprensibles al no utilizar métodos o procedimientos científicos aceptables; de modo que, estos conocimientos solo podrían llegar a ser objeto o materia prima de investigaciones científicas. En este contexto, los paradigmas de regulación/emancipación y apropiación/violencia están en permanente tensión y, en ocasiones como está ocurriendo en el actual momento de auge del capitalismo global, la balanza parece inclinarse a un desborde e incluso a una asimilación del paradigma de regulación/emancipación por parte del paradigma de apropiación/violencia.[1]
Frente a esta forma de pensamiento que la ciencia moderna ha privilegiado y que ha sido el abono para el florecimiento de un razonamiento indolente, un razonamiento que desprecia y desecha la experiencia, Santos propone un pensamiento pos abismal que implica o compromete la ruptura radical con los modos occidentales modernos de pensar y actuar; un pensamiento que exige pensar en términos no derivados, es decir, en perspectiva del otro lado de la línea que ha sido el reino de lo impensable. Se trata, en definitiva, de un pensamiento ecológico; un pensamiento cuya novedad es su profundo sentido de incompletud; un pensamiento que nos invita a reconocer otros modos de entendimiento distintos al occidental; un pensamiento que nos alerta sobre la multiplicidad de las comprensiones híbridas.
El cosmopolitismo subalterno es un contra-movimiento constituido por un conjunto extenso de iniciativas, movimientos que funcionan en red, organizaciones y colectivos que, animados por el Ethos redistributivo, basado en los principios de igualdad y de reconocimiento a la diferencia, le apuestan a una globalización contra-hegemónica, que haga frente a la exclusión económica, social, política y cultural. Esta iniciativa se enmarca en una sociología de las emergencias y propone, por un lado, una resistencia epistémica que sirva de fundamento a una resistencia política; y, por otro lado, un pensamiento alternativo de alternativas. Este tipo de pensamiento sitúa la perspectiva epistemológica en la experiencia social del otro lado de la línea, es decir, hace referencia al Sur Global como metáfora del sufrimiento humano sistémico e injusto.
Asimismo, el pensamiento pos abismal es un aprendizaje desde el sur, que se sustenta en la epistemología del sur y que confronta la monocultura de la ciencia moderna con la ecología de los saberes; una ecología que se basa en el reconocimiento de la pluralidad de un conocimiento heterogéneo con interconexiones continuas y dinámicas entre sus componentes; un conocimiento que se fundamenta en la idea de que todo conocimiento es inter-conocimiento. De este modo, el pensamiento abismal tiene como condición la co-presencia radical que significa que prácticas y actores de ambos lados de la línea se asuman como contemporáneos en términos iguales; además, implica concebir simultaneidad como contemporaneidad que, a su vez, tiene como exigencia el abandono de la concepción lineal del tiempo.
En este orden de ideas, el pensamiento pos abismal se reconoce como ecología de saberes que advierte la diversidad epistemológica del mundo, al tiempo que reconoce la existencia de la pluralidad de conocimientos de la materia, la sociedad, la vida y el espíritu más allá del conocimiento científico. La ecología de saberes tiene dos premisas básicas, la primera de ellas es que todo conocimiento tiene límites internos (restricciones en intervenciones del mundo real) y externos (intervenciones alternativas, posibilitadas por otras formas de conocimiento); la segunda tiene que ver con la concepción misma del conocimiento, este se asume como intervención de la realidad, tomando distancia de aquella consideración que limita el conocimiento a la representación de la realidad. De otro lado, la ecología de saberes, en su condición de contra-epistemología, propone un uso contra-hegemónico del conocimiento científico. La ecología de saberes reconoce, por un lado que la credibilidad de una construcción cognitiva es medida por el tipo de intervención del mundo real que permite o que previene; por otro lado, que toda forma de conocimiento mantiene prácticas y construye sujetos. De esta manera, la ecología de saberes expande el rango de la intersubjetividad como inter-conocimiento y el carácter testimonial de los saberes. Asimismo, la ecología diferencia objetividad analítica de neutralidad ético-política.