La comunicación para la paz requiere ser comprendida bajo una dimensión cultural/territorial que confronta la mirada instrumental, estandarizada y casi hegemónica del paradigma periodístico/informativo. Buena parte de esta delimitación conceptual ha sido heredada de los estudios de conflicto y paz, que definen las acciones de comunicación únicamente como acciones recurrentes al cubrimiento informativo enmarcado en el periodismo para la paz.
En contraste con esta delimitación, la tradición latinoamericana comunicativa nos recuerda una comprensión del campo de acción de la comunicación vinculada a los procesos culturales y al sentido de lugar que aporta el territorio. De esta manera, la propuesta conceptual aquí planteada destaca la dimensión cultural/territorial como una condición inherente al concepto de la comunicación, al tiempo que la justifica en relación al carácter pluriétnico y multicultural que nos representa, en el cual la diversidad se constituye en una característica representativa de nuestro país.
En Colombia esta dimensión cultural/territorial ha sido determinante en las prácticas comunicativas que desarrollan tres experiencias comunitarias de comunicación vinculadas a territorios particulares: Corporación Ciudad Co-muna en Medellín, Escuela Audiovisual Infantil de Belén de los Andaquíes (Caquetá) y el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21 en la región montemariana. El territorio para estas experiencias, orienta la proyección y define el sentido de sus prácticas comunicativas; inspiradas en pedagogías vivenciales, estas experiencias le dan voz al territorio permitiendo que se exprese y se manifieste a partir de quienes lo habitan, lo significan y lo valoran: un ser comunitario que se transforma en sujeto político a través de su capacidad de mostrar y narrar el territorio.
Una tesis doctoral realizada con estas experiencias sugiere que la paz no es una variable autónoma ni una cualidad otorgada, por el contrario, se comprende a partir de su rol activo y relacional que surge en la interacción de tres elementos determinantes de estas experiencias comunitarias de comunicación: a) sus modos de configuración, definidos por el sentido que brinda el territorio; b) sus metodologías, inspiradas en pedagogías vivenciales y, c) los/las sujetos participantes, entendidos como aquellos actores comunitarios vinculados voluntariamente. Se trata entonces de un concepto que sitúa a la paz como una supra categoría o una categoría relacional.
En los modos de configuración de estas experiencias, se asume el territorio como espacio geográfico de construcción social que define la identidad del proceso comunicativo y determina el desarrollo de sus acciones. Es así como los espacios de representación de estos territorios, el sentido de lugar y las territorialidades construidas, son centrales a las prácticas comunicativas de las estas experiencias. Al analizar sus metodologías, las experiencias de comunicación tienen en común el desarrollo de pedagogías vivenciales en las que basan sus prácticas comunicativas y mediáticas que exponen relatos del gozo, de la sociabilidad, del saber popular, de las prácticas conservacionistas de los recursos naturales, de la creatividad, del arte, del folklore, entre otros.
Basados en este quehacer comunicativo, las experiencias ponen estos relatos en la esfera pública a través de narrativas diversas, en las que el derecho al territorio quede evidenciado en cada película, cada periódico, cada fotografía, cada canción, cada programa de radio, cada paseo al río o hasta en un museo itinerante para la memoria, como es el caso del ‘Mochuelo’ desarrollado por el Colectivo de Comunicaciones Montes de María. En esta pedagogía vivencial surgen como premisas la valoración del diálogo de saberes, las estéticas locales, el análisis crítico y la lectura permanente del contexto basado en una implicación territorial que ofrece sentido a sus acciones.
En cuanto a los/las sujetos participantes de estas experiencias, se reconoce aquí a las personas o grupos que son identificados como protagonistas de sus prácticas de comunicación. Las experiencias reconocen a estos sujetos participantes como un ser comunitario con sus propias preocupaciones, sentires y vivencias particulares al territorio; un sujeto que se vincula autónoma-mente como individuo, interactúa con su entorno y es parte de una colectividad. Cuando este sujeto participante (individual o colectivo) es interpelado en su sentido de apropiación territorial, asume las prácticas de comunicación de estas experiencias como escenarios de una acción política en la que se transforma, y es formado a la vez, en sujeto político de conocimiento, que se visibiliza y se manifiesta en relación a su territorio. Es así como el sujeto comunitario, ahora dispuesto como sujeto político de conocimiento, politiza sus prácticas de comunicación y las convierte en una suerte de manifiestos comunitarios sobre situaciones o vivencias particulares.
Para la Escuela Audiovisual Infantil el sujeto participante, comúnmente población infantil y juvenil, desarrolla una apropiación vivencial del territorio a partir del gozo y la experimentación sensorial que hace al Municipio de Belén de los Andaquíes el gran protagonista de sus películas. En el caso de Ciudad Comuna este sujeto participante (habitante de la Comuna 8), activa el derecho al territorio como una acción necesaria para la protección y preservación de la frontera urbano-rural en la que se sitúa la Comuna 8 de Medellín. A la luz de la experiencia desarrollada por el Colectivo de Comunicación de los Montes de María, el sujeto participante está vinculado a una mirada local/regional sobre la región montemariana, por ello la implicación territorial proyecta el derecho al territorio desde una perspectiva cultural en lógica supra municipal.
En suma, promover la experimentación sensorial, agenciar el derecho al territorio y establecer la vinculación local/regional desde una perspectiva cultural, es el camino trazado que han sugerido estas experiencias de comunicación para pensar la construcción de paz desde un enfoque territorial en donde el goce, la apropiación y la reivindicación del territorio se constituyen en escenarios de acción de esa dimensión cultural/territorial de la comunicación en la construcción de paz.