Alonso Velásquez
Asociación Probivir, departamento de Boyacá
Vivir bien es el camino y el horizonte de la comunidad, es la vida en plenitud; implica primero saber vivir y luego convivir en armonía con los ciclos de la Madre Tierra y en equilibrio con todas las formas de vida; comprendiendo que si se trata de vida: todo está interrelacionado, somos interdependientes y por tanto todo lo que hagamos al otro y a la naturaleza nos lo hacemos a nosotros mismos. Lo más importante es la vida y ojalá una vida más sencilla.
Esta reflexión nos lleva a reconocer y valorar la vida en el campo, la vida al aire libre, el disfrute de la naturaleza y los trabajos de agricultura, ganadería, artesanales, culinarios y las celebraciones familiares y comunitarias. A pesar de las dificultades todavía en el campo se cuenta con algunas ventajas que debemos apreciar como: aire más limpio para respirar, agua más limpia y casi gratuita, cultivar y consumir alimentos frescos, diversos y saludables, la familia se mantiene integrada alrededor de la finca, sentir la protección de Dios, en muchos casos hay tranquilidad y seguridad, hay vecindad y comunidad y en general se vive a un ritmo pausado.
Se trata de diferentes modos de vivir y habitar un territorio, donde reconocemos como las familias realizan sus necesidades integralmente aprovechando sus potencialidades, con claros horizontes de relaciones armónicas y dinámicas con la madre naturaleza y con la comunidad, alcanzando todas y todos un nivel de felicidad y satisfacción auténtica.
Para el bien vivir se debe partir de atender las auténticas necesidades humanas de subsistencia, protección, afecto, participación, recreación, creación, identidad y libertad. De acuerdo con esto, ponemos en el centro de la vida el alimento que es tan importante para las familias campesinas. “Somos lo que comemos”, el alimento contiene sabores, aromas y colores que son fuente de vida y salud; el alimento también nos reúne alrededor del hogar o del fogón.
El alimento nos recuerda a diario que estamos integrados con la naturaleza, pues somos parte de ella y, para que haya comida se requiere agua, suelo fértil, semillas nativas y criollas, trabajo familiar y comunitario, conocimien- tos y condiciones climáticas. Vivir Bien es saber alimentarse y tener el derecho a elegir cómo alimentarnos. El alimento debe ser sano, local, sabroso, justo y con identidad campesina; por esto los cultivos y la crianza de animales debe hacerse bajo los principios y prácticas de la Agro ecología, dejando de lado el monocultivo y el uso de agrotóxicos. Tenemos en cuenta también que la Agricultura Familiar Campesina y Agroecológica incluye iniciativas de economía del bien común y una tradición de trabajo colaborativo: “mano vuelta o brazo prestado”, se trata de prácticas campesinas ancestrales que buscamos recuperar y mantener vivas en nuestra cotidianidad rural; otra práctica vigente se corresponde con los principios comunitarios de compartir e intercambiar alimentos y semillas.
Despilfarrar alimentos es un acto inmoral, además de estúpido, insensato y costoso. La economía de mercado ha hecho del despilfarro, la producción en exceso, la perecibilidad, una estrategia de crecimiento económico. El alimento por todo esto es un derecho y no una mercancía.
El Bien Vivir nos invita a:
Es importante también la creación de espacios de reflexión y herramientas pedagógicas para encaminar a niñas, niños y jóvenes en la lógica del Bien Vivir.
Y finalmente, Bien Vivir no solo se construye en reivindicaciones y movimientos sociales, implica asumir una conciencia para cambiar los modos/hábitos de vida personales y familiares, las prácticas cotidianas y la centralidad del alimento a favor de vivir bien e ir dejando atrás el mal vivir.