Las metodologías dejan de ser lineales y determinadas rigurosamente por un paso a paso a seguir, para convertirse en procesos que conjugan pedagógica-mente los ritmos y dinámicas propias de sus participantes, sin dejar de lado la intencionalidad y los principios que la orientan y que se constituyen en sus horizontes de sentido. Los momentos que guían el proceso, serán entonces momentos flexibles en donde la creatividad emerge de la mano de los pensamientos, discursos, narrativas y prácticas de los sujetos, como condiciones de posibilidad y como diría Freire, de propuestas de acción para la construcción de “inéditos viables” y la transformación social de las situaciones límite. Esos momentos interconectados se desarrollan en un tiempo y espacio, un ambiente de confianzas, de fortalecimiento de vínculos, que posibilitan que circule la palabra, que se con-quiste la escucha, y en donde están presentes la deliberación, el reconocimiento de la diferencia y la negociación cultural.
Así y todo, la dimensión técnica y operativa se resignifica, trascendiendo la mirada puesta en el instrumento, para considerar los dispositivos como mecanismos que activan el lenguajear, el emocionar, el recuperar las vivencias, en su propósito formador y transformador, involucrando dinámicamente no solo el hacer, sino también el sentipensar; dispositivos interactivos construidos desde, con y para los sujetos, grupos o comunidades.