Viviana Ospina Otavo

Metodologías dialógico-participativas

Casi siempre cuando se habla de metodologías, se termina reduciendo su esencia a lo técnico, dejando de lado el sentido ético y político que permite entenderlas desde su potencial creativo y creador, desde sus opciones dialógicas y participativas, que conjugan la investigación, la acción y la transformación, relacionando teoría y práctica. Esa ruta que seguir o ese camino que recorrer, se traza intencionadamente para reconocer las posibilidades de la construcción conjunta, el aprendizaje colaborativo y con ello, la coproducción de conocimiento. Estas metodologías materializan un saber-hacer fundamentado, que se sitúa en las experiencias y trayectorias de vida de las y los sujetos partícipes, para reconocerles como portadores de conocimientos, saberes, ideas, sentidos y significados que poco a poco van configurando los momentos del mismo proceso, así como la elección de los dispositivos, técnicas y recursos pedagógicos que orientan su desarrollo. De esta manera, se superan las lógicas de imposición de los métodos, para ubicar estas propuestas que reconocen esos saberes otros como diversas formas de aproximarse a las lecturas de la realidad, creando y recreando desde las mismas organizaciones, colectivos y comunidades, dispositivos contextualizados que promueven a través del intercambio y la participación, re-flexiones compartidas y análisis críticos de lo que se hace, se busca, se sueña, o por lo que se lucha y se vive. En esa dirección, es de suma importancia reconocernos desde nuestros diversos lugares de enunciación, como los protagonistas de las acciones reflexivas, críticas y transformadoras que evoca esta forma de comprender las metodologías como procesos vivos y dinámicos.

Las metodologías dejan de ser lineales y determinadas rigurosamente por un paso a paso a seguir, para convertirse en procesos que conjugan pedagógica-mente los ritmos y dinámicas propias de sus participantes, sin dejar de lado la intencionalidad y los principios que la orientan y que se constituyen en sus horizontes de sentido. Los momentos que guían el proceso, serán entonces momentos flexibles en donde la creatividad emerge de la mano de los pensamientos, discursos, narrativas y prácticas de los sujetos, como condiciones de posibilidad y como diría Freire, de propuestas de acción para la construcción de “inéditos viables” y la transformación social de las situaciones límite. Esos momentos interconectados se desarrollan en un tiempo y espacio, un ambiente de confianzas, de fortalecimiento de vínculos, que posibilitan que circule la palabra, que se con-quiste la escucha, y en donde están presentes la deliberación, el reconocimiento de la diferencia y la negociación cultural.

Así y todo, la dimensión técnica y operativa se resignifica, trascendiendo la mirada puesta en el instrumento, para considerar los dispositivos como mecanismos que activan el lenguajear, el emocionar, el recuperar las vivencias, en su propósito formador y transformador, involucrando dinámicamente no solo el hacer, sino también el sentipensar; dispositivos interactivos construidos desde, con y para los sujetos, grupos o comunidades.

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