El amor eficaz nos lleva a comprender y sentir las injusticias que a lo largo de la historia han sufrido los pueblos, nos hace adquirir un compromiso y una responsabilidad con la lucha por la transformación social, ésta se nutre del cuidado y autocuidado de y con las personas que nos encontramos cotidianamente, por lo cual resulta imprescindible forjar la sensibilidad en cada uno y cada una de nosotras. El cuidado y el autocuidado nos pone en una actitud de respeto y responsabilidad con las demás personas, implica entendernos en comunión y en familia, y forja en nosotros y nosotras una capacidad ética de sentir y pensar ante un mundo común.
Este principio nace gracias a la creencia de otra realidad posible y se forja en la cotidianidad de la práctica social, que se alimenta de la espiritualidad y la cultura. Es el desarrollo de la propia realidad, donde los objetivos y los sueños van creciendo de la mano de la praxis, es necesario fortalecer la esperanza para convencer y avanzar hacia la construcción de un mundo más justo. No se expresa únicamente como un ejercicio, actividad o herramienta colectiva, sino que resulta una práctica cotidiana que atraviesa la sensibilidad, la creatividad, el pensamiento y la espiritualidad individual, por lo cual se constituye como la base de la acción de cada persona que aporta a las proyecciones comunes.
Este compromiso que asume amar al prójimo, parte de la capacidad de entrega, de la sensibilidad ante las necesidades, las injusticias y las violencias que se viven como oprimidos, y la sensibilidad por nuestro pueblo, por la naturaleza y la vida misma. Esta sensibilidad se convierte en la chispa que nos impulsa a buscar formas de contrarrestar la opresión, nos motiva a proyectar y generar acciones de cambio y de lucha social.
El amor al prójimo es una práctica individual que se forja en la colectividad, alimenta los valores de la solidaridad, el compañerismo y la compatía, es un reflejo de la realidad que nace y crece en nuestros pueblos y que se fortalece en los movimientos sociales, es la capacidad de sentir y hacer con otros y otras, de respetar y construir desde la fraternidad, de pensar y soñar otras formas posibles de vivir, y de cuidar y acompañar las batallas que hemos emprendido.