El diálogo de saberes, como ocurre con muchos de los términos que acuñan nociones o conceptos renovadores en contextos académicos y experienciales, corre el riesgo de convertirse en comodín, cuando se quiere aparentar la construcción colectiva en relaciones de tipo más horizontal. Conscientes de estos riesgos, tomamos como referentes aquellas propuestas que han venido consolidando un acervo de reflexiones, de prácticas y experiencias y de conocimientos construidos bajo los postulados y principios del diálogo de saberes.
- El diálogo de saberes como mayéutica de saberes y de ignorancias (Ceron, 2011).
- El diálogo de saberes como posición ontológica que se fundamenta en el respeto y en la práctica de relaciones horizontales y democráticas (Bastidas & Otros, 2009).
- El diálogo de saberes como hermenéutica colectiva (Ghiso, 2000).
- El diálogo de saberes como una nueva racionalidad ambiental en un proceso de renovación del mundo y de deconstrucción de los fundamentos de la civilización occidental y de las falacias de la globalización económica. (Leff, 2004).
- El diálogo de saberes como espacio de encuentros y de reconocimientos en la diversidad que privilegia relaciones de tipo horizontal, al tiempo que valora el disentir y las tensiones que ponen a prueba la creatividad de los participantes para construir propuestas inéditas. (Proyecto Prácticas de comunicación para la movilización y el cambio social: un diálogo de saberes, 2013 -2015).
En el contexto del proyecto de investigación Buenvivir para la soberanía territorial y las memorias locales, reconocemos que el diálogo de saberes se constituye en horizonte, en plataforma, en eje transversal que potencia el encuentro con el Otro y con lo otro; como una condición necesaria para disponer el cuerpo, la espiritualidad y el pensamiento hacia la co-construcción de un conocimiento libertario que empodera y emancipa. En este sentido, el diálogo de saberes obra como perspectiva, como ángulo de lectura y de acción comprometida con el fortalecimiento del tejido comunitario, con la defensa del territorio para garantizar buenos vivires en armonía con la madre tierra.
La revisión de literatura en torno al diálogo de saberes, así como el diálogo con experiencias organizativas y de colectivos que inscriben su accionar en esta perspectiva permiten constatar lo que en su momento afirmaran Acosta & Tapias (2016) cuando sostienen que pese a la diversidad de ámbitos y de perspectivas en las que se instala el diálogo, es posible reconocer unos principios generales, ellos son:
- Disposición al reconocimiento del otro (subjetividades) y de lo otro (saberes, conocimientos).
- No hay verdades absolutas, el valor del conocimiento depende del contexto de uso, de su funcionalidad y del valor que le confieran las sociedades en un momento histórico determinado.
- La pérdida de la fe ciega en la razón ilustrada y la búsqueda de una racionalidad ampliada, más gnoseológica, pues, reconoce que la razón occidental (instrumental) se erigió sobre la idea de unidad y de univocidad; forjó el valor de “verdad” en un tipo de conocimiento: el científico y desechó la experiencia como fuente de conocimiento.
- La realidad y la historia como construcciones de los sujetos.
- La pregunta por la dimensión ética en la relación con el otro; el mutuo reconocimiento.
- Reconocimiento de modos de relacionamiento intersubjetivo más horizontales; lo que supone repensar el poder, pues no se trataría de un poder que se ejerce sobre otro, sino de un poder como capacidad de construir juntos.
Si bien, muchos trabajos proponen el diálogo de saberes como una metodología, no suelen anunciarse los procedimientos que, en efecto, muestren un método o unos procedimientos propios que estén asociados o vinculados al diálogo de saberes. En su lugar, encontramos que los proyectos o las experiencias que suelen anunciarse como investigaciones en diálogo de saberes acuden a una serie de metodologías de carácter participativo, ancladas en el trabajo colaborativo y comprometidas con modos de relacionamiento que tienden a la horizontalidad y que se cifran en el reconocimiento del Otro y de lo otro. De este modo, metodologías como la Investigación, Acción, Participación es quizá la propuesta que más se pondera; y, a su lado, la etnografía, la hermenéutica, la dialéctica y la mayéutica son referidas por investigadores y actores comunitarios. No obstante, organizaciones, movimientos sociales, colectivos e investigadores han venido implementando innovadoras metodologías y herramientas según contextos, actores y finalidades a las que responden. Para el caso de las organizaciones y colectivos12 que hacen parte del proyecto Buenvivir para la soberanía territorial y las memorias locales, podemos mencionar las siguientes: cartografías barriales o corporales, Documental Social Participativo, Cocina de guiones; Recorridos barriales, ambientales o corredores (tejedores de vida), relatos fotográficos, Tulpas, cocina y conspiración con la minga; etc.
La diversidad de propuestas nos invita a pensar que, en lugar de metodologías establecidas, de lo que se trata son de estrategias situadas que se adoptan, se adaptan y se recrean según las necesidades de cada contexto.
En este orden de ideas, lo que permanece como constante son tres elementos transversales a las metodologías, las estrategias o las rutas de trabajo que se proponen fortalecer y que se instalan en el diálogo de saberes, ellos son: Enunciaciones polifónicas, conciencias híbridas y diversidad de saberes y conocimientos.
A diferencia del método y de las metodologías que ponen el énfasis en el objeto de una investigación y en los modos en que nos acercamos a él; el enfoque alude a la actitud, la posición y las decisiones del investigador. Por ello, el enfoque es, en lo fundamental, una opción de quien investiga. Cuando planteamos el diálogo de saberes como un enfoque crítico y emancipatorio, estamos asumiendo una posición ética, política, estética y epistémica. Una posición que confronta la pretendida objetividad científica y, en su lugar, reconoce la dimensión profundamente humana y comprometida de los investigadores. Es así como, al instalarnos en el paradigma del Buen Vivir estamos optando por un tipo de prácticas, por unos modos de relacionamientos (subjetivos, intersubjetivos, con los saberes, con la naturaleza) que nos distancian de otros modos existentes, para el caso, del proyecto global político y económico del neoliberalismo. Así entendido, el diálogo de saberes como enfoque crítico y emancipatorio tiene unos presupuestos de base:
- Propende por pensar-actuar en la dinámica del acontecimiento y en alianza con los grupos sociales, en la posibilidad de incrementar las fuerzas de intervención para cambiar el curso de las acciones que marcan los grupos dominantes y con ello incidir en el curso mismo de la historia.
- Propende por la revisión y deconstrucción de las lógicas del pensamiento que ha cultivado el paradigma positivista occidental; y, aboga por una revisión de los hábitos de pensamiento y la consolidación de un razonamiento ampliado e incluyente.
- Le apuesta a una visión más gnoseológica que cognitiva, al asumir que el conocimiento está vinculado a la relación que el sujeto establece con su mundo; no puede restringirse a la explicación. El valor del conocimiento situado.
- Pone horizontalmente, tanto a los sujetos como a los saberes que estos portan. Reconoce el valor de las realidades que construye cada parte y, bajo esta compresión, explora las posibilidades de construir juntos propuestas de mutuo beneficio.