Apropiación de los diferentes territorios que nos componen como seres en el mundo, a través de los cuales es posible reconocernos desde lo particular a lo general y viceversa, a fin de replantear esas acciones y pensamientos nocivos que nos circundan, pero también re-afirmar aquellas apuestas personales y colectivas que nos permiten crear colectivamente y que se convierten en una base fundamental para evolucionar como seres humanos con sentido.
Cuando se habla de territorio, muchas veces nos enfocamos en el espacio tangible que habitamos como seres, pero no somos plenamente conscientes de que existen otros territorios que nos construyen continuamente y que nos permiten auto explorarnos y generar nuevos canales de conexión para mejorar nuestra vida. Por tal razón desde Atabanza, consideramos relevante reconocer los siguientes:
- Primer territorio: El individuo. Este territorio está centrado en nuestros sentires, pensares, creencias, prácticas religiosas o espirituales, la forma en que concebimos nuestro cuerpo, la forma en que nos relacionamos con el otro y lo que evocamos y proyectamos en nuestra vida.
- Segundo territorio: Familia. Es un territorio desde el cual podemos evaluar qué es importante reafirmar o desaprender partiendo de la construcción de pensamiento y acción que se ha tejido a lo largo de la vida, al interior de nuestro hogar, y, por tanto, la forma en que ha influenciado positiva o negativamente en nuestro ser y en la relación con los demás.
- Tercer territorio: Comunidad. Este territorio nos permite reconocer cómo asumimos la solidaridad, el trabajo colectivo y la proyección comunitaria.
- Cuarto territorio: Espacio físico que habitamos. Aquí es relevante evaluar qué hemos aportado para mantenerlo vivo, desde la memoria, la conservación ambiental y la convivencia con las demás especies que lo habitan