La irrupción de las nuevas tecnologías de la Comunicación y de la Información (NTIC), señalada por la insólita expansión de Internet y por la generalización del PC como prolongación y prótesis irrenunciable de casi cualquier actividad social, ha concitado el interés experto en una dimensión estratégica que, sin lugar a dudas, está ya en el centro de todas las agendas políticas y económicas. «Sociedad de la información», «sociedad del conocimiento» o bien new economy, net economy han sido algunas de las fórmulas, más o menos conocidas, para expresar la transformación en curso, la revolución de los órdenes de relación, a un tiempo que de los paradigmas adscritos al conocimiento social y económico. Sin embargo, lo que a menudo escapa a estas propuestas, que tratan de aferrar la velocidad de esta enorme mutación, es esa dimensión conflictiva y radicalmente contradictoria que se sitúa también como problema de gobierno y de dominio.